A partir de la década de los 70 en nuestro país se comenzó a dar mayor importancia a las regulaciones que tienen que ver con la Higiene y Seguridad Laboral, pero no fue hasta hace poco, en la época de los 90, que las empresas comenzaron a dar el justo valor a lo concerniente sobre Salud, Higiene y Seguridad en el trabajo. Si bien es cierto que algunas empresas ya ejecutaban prácticas profesionales de trabajo seguro, a partir de dicha década se dieron a la tarea de profundizar el desarrollo de políticas de seguridad laboral, evitar riesgos psicosociales e implementar programas tendientes a prevenir y reducir el riesgo de sufrir accidentes ocupacionales.
Sin embargo, queremos destacar que más allá de los programas de salud y seguridad ocupacional, los esfuerzos que se realizan en esta dirección, y aun cuando los empleados respeten las normas, cada trabajador, debe conocer que existen factores de riesgo que están más allá del alcance de estas disposiciones. Nos referimos a agentes de índole psicológicos que aumentan el riesgo de sufrir accidentes, entre ellos podemos destacar tres de los más frecuentes y que hoy por hoy, tienen una gran connotación en nuestra sociedad, debido a las situaciones socio políticas, educativas y económicas a que nos enfrentamos; ellos son: la ansiedad, el estrés y la depresión. Estos factores reducen la capacidad de atención distrayendo a la persona y haciendo difícil la posibilidad de tener la concentración debida en las actividades laborales que está llevando a cabo. La distracción hace que cometamos errores y estemos más propensos a sufrir accidentes.
Estos tres factores disminuyen potencialmente la capacidad de atención y concentración de las personas, ocasionando distracción.
Es indispensable destacar, que toda persona cuyo trabajo la mantiene expuesta a riesgos, por mínimos que estos puedan ser, debe tener siempre presente que si está deprimida, preocupada (ansiosa) o mayormente estresada, corre mayor riesgo de sufrir accidentes en su entorno laboral. Para dar más claridad en relación a este hecho, a continuación, mencionamos una serie de síntomas propios de los cuadros de ansiedad, estrés y depresión.
• Irritabilidad o tensión frecuente. |
• Ánimo deprimido la mayor parte del día. |
• Concentración fuertemente disminuida. |
• Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio. |
• Desgano o desinterés por las cosas. |
• Sensación de agotamiento o cansancio pronunciado. |
• Dificultad para relajarse. |
• Sentimientos de inutilidad o de culpa excesiva e inapropiada. |
• Ganas de recluirse y evitar a la gente. • Preocupaciones constantes. |
• Emociones exageradas ante estímulos pequeños. |
Si se siente identificado con algunos de los síntomas mencionados o si los nota en un compañero de trabajo y, en ambos casos se presentan en forma repetitiva durante dos semanas o más, ha llegado el momento de hacer algo al respecto lo más pronto posible. Ahora bien, qué hacer:
Reconocer la situación y buscar ayuda, evitará que nuestra situación empeore y/o se haga más crítica. Debemos tener siempre presente que mantener u observar en otros, conductas de ansiedad, estrés o depresión, sin hacer nada, es poco aconsejable. Las consecuencias, en materia de accidentes laborales, pueden ser muy elevadas. Considerando todo esto, ahora sabemos que tenemos la posibilidad de prevenir daños mayores. Tengámoslo en cuenta, pues como hemos dicho en otra oportunidad:
Prevenir… es mejor que lamentar.